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DRF apuesta al crecimiento

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Darío Rodríguez de la Fuente, hace 35 años se instalaba en lo que fue la vieja usina láctea Denak Bat, una empresa que competía mano a mano con La Serenísima allá por la década del 70, pero que terminó siendo un recuerdo.

Desde mediados de los 80 comenzó a funcionar allí D.R.F, la fábrica propiedad de la familia Rodríguez de la Fuente que ya eran vecinos de los herenses puesto que contaban con una propiedad en Hornos (haras) y para muchos fue una solución cuando Denak Bat cerró sus puertas.

De hecho que inmediatamente se sumaron nuevos vecinos al pueblo, gente que ya trabajaba en la empresa y que para acompañar el traslado se instalaron en los terrenos que DRF les daba en el barrio Merynir.

Con el tiempo, la fábrica de las clásicas pastillas D.R.F y los caramelos Billiken fue cambiando de manos, pasando a ser Bonafide, Compañía Alimenticia Los Andes (CALASA), con capitales chilenos y últimamente Mondelez, una multinacional de origen norteamericano.

Pero, paradójicamente, para todos nunca dejó de ser D.R.F.

Y en virtud de ello, las alarmas se encendieron el año pasado, cuando la producción de la planta bajó a límites angustiantes y comenzó a hablarse de la venta o cierre de la fábrica. Más de cien personas veían peligrar su fuente de trabajo.

Las fuentes mejor informadas hablaban de una posible venta con posterior cierre de la planta. Pero entonces surgió el interés de La Dolce Vita, una distribuidora mayorista que, en su momento fue la N° 1 del país y hoy está entre las 5 primeras y que ya estaba incursionando en la producción con una planta en Tortuguitas, pero que apostaba al crecimiento.

La Dolce comenzó siendo un kiosco de 1.5 x 3 en un barrio de clase media de la Capital. Un kiosco que un padre taxista, de origen español,  compró para que su hijo pudiese financiar su carrera universitaria. El pequeño kiosco, muy pronto se convirtió en un mayorista de golosinas y Rubén López, su fundador, sumó como socio a Marcos Beltrami, un compañero de la Universidad y así continuó el crecimiento sostenido para el que ya no alcanzaba con distribuir productos que otros fabricaban, sino que comenzaron ellos mismos a hacerlo”. Quien cuenta esto es Marcelo Lourtau, el gerente de la planta Las Heras y uno de los gestores para que La Dolce se instalara en nuestra ciudad ya que hasta hace algunos años había trabajado aquí  cumpliendo las mismas funciones.

Para La Dolce, esta fábrica tenía dos valores importantísimos. Por un lado, marcas reconocidas en el mercado que sólo debían reposicionarse, ya que en el mercado de las golosinas, las pastillas D.R.F o los productos Billiken ya tenían una gran penetración, aunque en los últimos años ya no contaban con la misma presencia en todos lados. Por otro lado estaba el capital humano que es muy importante, porque hay empleados de 25, 30 o más años que conocen el oficio como nadie y ese valor en una empresa es fundamental”, explica.

Lo cierto es que a fin de año se produjo el traspaso y los trabajadores vieron resguardada su estabilidad laboral y beneficios, salvo quienes se dedicaban a la limpieza y pertenecían a una empresa tercerizada. Alrededor de doce personas perdieron su fuente de trabajo, aunque tenían la promesa que, cuando La Dolce comenzara a tomar personal, ellos tendrían prioridad y eso ya se está dando, ya que la empresa tiene previsto contratar este mes cinco personas que se irán incrementando a lo largo del año y varios de los tercerizados ya han sido entrevistados para ser reincorporados.

“La planta tiene una capacidad de producción que ronda las 450 a 500 toneladas mensuales, que en su momento llegó a ser de 800, pero que no es posible por ahora. De todas maneras aspiramos a volver a poner la planta en su máximo de producción, claro está que ello depende de las condiciones económicas del país”, explica, mientras nos muestra que en Argentina se cerraron 28 mil kioscos en los últimos 3 años y que quienes se mantienen trabajando aún cuentan con mercadería del año pasado y tampoco apuestan demasiado a los próximos meses. “El mercado de las golosinas es fuerte de marzo a noviembre, coincidiendo con el periodo de clases. Para esta época ya estaríamos haciendo la preventa que, inclusive muchas veces, se financiaba a 30 y 60 días. Esto hoy es muy difícil y además está la incertidumbre del comienzo de clases, por lo que los kiosqueros siguen siendo muy cautos”, afirma Lourtau.

De todas formas la empresa apuesta al crecimiento y para ello pone todos sus esfuerzos  en el reposicionamiento de las marcas emblemáticas lo que podrá verse en la próxima feria de las golosinas que tendrá lugar en marzo donde La Dolce duplicará el espacio que tuviera en el 2018 y el 50% de su stand  estará planta destinado a D.R.F., Billiken y el resto de los productos que se producen en nuestra ciudad.

Esto, sumado a una campaña publicitaria basada en los medios masivos, incluido Internet que cada día cobra mayor fuerza, les permite ser optimistas en cuanto al futuro, para ello ya han incorporado nuevas máquinas de producción que se van sumando a las existentes y se están desarrollando nuevos productos que se adapten a los tiempos que corren.

Hoy hay una demanda de productos saludables que sean bajos en calorías y en ese sentido se está trabajando. Apenas se hizo cargo de la planta, Lourtau, manifestó que la apuesta al crecimiento es firme y que para finales de este año, en lugar de los 120 empleados de entonces, debía haber 140. “En Tortuguitas, cuando se hizo cargo La Dolce de la entonces planta de la española Lacasa había 30 obreros y hoy son casi 200, en ese sentido marchamos”, manifestó el gerente de la nueva planta de aquel kiosco que comenzó con cinco metros cuadrados y hoy apuesta a convertirse en una alternativas de las grandes firmas del mercado de las golosinas que acapara casi en un 80% Arcor, pero que tiene mucho que crecer.

Y los herenses esperan que eso se concrete, porque con el panorama laboral actual a nivel país, un nuevo puesto de trabajo es una palabra de esperanza y una familia que tiene asegurado un salario a fin de mes.