Inicio Actualidad Jardín N° 904: «Nos vamos arreglando como podemos»

Jardín N° 904: «Nos vamos arreglando como podemos»

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Diciembre de 2017, entrega trabajos y despedida de los nuevos egresados. Termina el acto y mientras las familias van regresando a casa, los docentes del Jardín Nº 904 Almafuerte, de la localidad de Plomer, no tienen demasiado tiempo para disfrutar del momento, porque hay que trabajar rápido para embalar todo, documentación, material, vajilla, juegos, pizarrones, sillas y mesas.

Al otro día el personal de la Municipalidad va  a trabajar en la mudanza, por más que sea domingo hay que trasladar todo el Jardín a su nuevo emplazamiento porque cuanto antes se desocupe la vieja casa del casero de la escuela Nº 7 convertida, desde hace más de un cuarto de siglo, en el jardín que tanto pedía la comunidad, más rápido volverán a casa..

La directora del Jardín, Débora Domínguez, recuerda que en los primeros días de enero del año pasado comenzaron los trabajos, pero desde un principio había algo que no estaba bien. De hecho que por tratarse de un jardín de sala de multiedad, la construcción de dos aulas pequeñas, para sumarle a lo existente no era prioridad, hubiese sido más productivo una sala grande con un cerramiento intermedio que permitiera usarlo como una especie de SUM o sala multiedad y si fuese necesario cerrar y usar los dos salones. “Ese había sido el pedido de la dirección anterior, pero nos dijeron que la obra iba a ser con dos salones pequeños y no había posibilidades de hacer modificaciones, porque el proyecto venía de la Provincia y era así. Creímos que no necesitábamos tanto, pero igual lo disfrutaríamos apenas esté terminado”, cuenta la docente.

Las primeras dudas surgieron con la firma que ganó la licitación, ya que era una empresa de Chaco y desde el primer día comenzó a mostrar problemas con la logística, a tal punto que a medida que pasaba el tiempo ya no venían todos los días y llegaron a hacerlo una vez por semana. Para colmo de males complicaban el funcionamiento de la Escuela Nº 7 ya que compartían el agua y el gas y cada vez que debían prender el motor tenían que salir de la escuela y entrar al jardín porque la llave estaba en lo que había sido la casa del casero.

La situación se ponía cada vez más complicada hasta que después de las últimas vacaciones de invierno, la D.G.E. decidió rescindir el contrato por las demoras y deficiencias de la obra. La empresa se llevó las aberturas y sanitarios que aún no había colocado y también algunas cosas que ya estaban puestas, pero además inició acciones, por lo que hasta que la justicia resuelva esto no se puede llamar a otra licitación.

Mientras tanto?

A dos cuadras del jardín se instalaron docente y chicos en la parte delantera del “galpón” municipal, el que fue dividido con muebles, quedando la parte de atrás como depósito de las herramientas de los trabajadores que comanda Ariel Otero y la de adelante para el Jardín.

Pese a ello y las incomodidades que denuncian las docentes, quienes reconocen la excelente predisposición de los municipales, pero, por ejemplo, deben compartir uno de los sanitarios, uno observa que el lugar está en excelentes condiciones edilicias, más allá que no cumple con las exigencias mínimas de seguridad que deben tener los nenes del Jardín. “No es un edificio construido para la función que está cumpliendo, pero entre todos le ponemos la mejor onda para que los chicos estén cómodos y puedan disfrutar de su estadía en el Jardín”, dicen las docentes que fueron armando la “escenografía” para que los 16 chicos que componen la matrícula se desenvuelvan con libertad. El principal problema es para las clases de educación física, ya que se tienen que trasladar hasta la Escuela Nº 7 (unas dos cuadras) cuando el clima lo permite y si está lloviendo, acomodan las mesas y las sillas y aprovechan el propio espacio dentro del edificio.

Al principio no teníamos juegos porque creíamos que la mudanza sería sólo por unos meses, pero cuando fue pasando el tiempo, Ariel (Otero) y los muchachos de la Municipalidad nos trajeron algunos juegos que instalamos en un pequeño parque que está detrás del galpón. El problema era que estaba abierto y teníamos que andar con cuatro ojos porque el acceso a la calle no estaba cerrado. El consejo escolar nos cerró los laterales y la cooperadora aportó dinero para el fondo y ahora tenemos un patio para que salgan a jugar cuando el día está lindo”, cuenta la directora mientras organiza a los chicos para la foto que saldrá en el diario y que los tiene a todos más que entusiasmados.

Lunes por la tarde y amenaza de lluvia hacen que la concurrencia sea escasa, inclusive algunos chicos almorzaron y fueron retirados por los padres porque viven en el campo y si se pone a llover no tienen cómo volver a casa. Entre los que conforman la matrícula están los cuatro que egresan este año y los dos de la sala maternal que ya están completamente adaptados. “Por más que sea una sala multiedad, la convivencia es excelente y hay que ver cómo los más grandes ayudan a los más chiquitos”, explica la directora, quien nos cuenta que este año el Jardín cumple 30 años.

Esperemos que lo del nuevo edificio se solucione pronto, pero mientras tanto con la buena voluntad de los docentes, las familias, las autoridades educativas y los municipales con los que compartimos el salón, hacemos lo imposible para que los chicos la pasen lo mejor posible y se sientan como en casa”, termina diciendo la directora, cuando su compañera va preparando todo para la merienda que ya fue anunciada por la auxiliar.

Cuando nos estamos yendo, se larga a llover con ganas y se nos ocurre que el mejor título para la nota sería “Al mal tiempo, buena cara”, pero no se trata sólo de una imagen. 

Aquí, mientras se espera que lleguen las soluciones, lo que se pone no es la cara, sino el corazón. 

Jardín de infantes Nº 904 

Fue creado  en 1988 por resolución Nº 1344 y se inauguró el 6 de julio de 1989, siendo su primera directora la docente María Rita Carllinni.

En 1996 recibe el nombre de Almafuerte.