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Imposible no emocionarse ante lo inconmensurable

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El último domingo en horas del mediodía llegó a la ciudad de Lobos el contingente de la Asociación Cultural Sanmartiniana Coronel Dionisio Urquiola que por quinto año consecutivo realizó su clásica expedición a Los Andes para conmemorar la gesta del ejército libertador hace algo más de doscientos años.

Entre sus más de 40 integrantes, había dos herenses, tres en rigor de verdad ya que a Lorena Baca y su mamá, Nélida Bevilacqua, se sumó Alexandra, una joven oriunda de Navarro que reside en la zona rural del Cuartel V.

Lorena nos cuenta que cuando se realizó una de las primeras expediciones se entusiasmó con la idea y hasta lo llegó a hablar con su madre, pero muy pronto desistió del proyecto hasta que a mediados del año pasado se entusiasmó nuevamente.

Volvió a hablarlo con Nelly, pero el primer intento falló porque la mujer le dijo que no, que consideraba que por su edad (68) no le iba a ser posible. Lo interesó a Guillermo, su esposo, pero su negativa fue más rotunda aún.

  • “Me voy sola igual. No hay vuelta atrás” se dijo a sí misma”, pero no fue necesario, porque al otro día su madre le dijo haberlo pensado y que lo intentaría, por lo menos.

Se comunicaron con la gente de la Asociación Sanmartiniana de Lobos y las entusiasmaron a ambas.

Ya se había llevado a cabo la primera de las reuniones mensuales para darle información al grupo y para que sus integrantes se vayan conociendo, cuando ellas se sumaron, aunque ambas corrían con una ventaja porque la experiencia de andar a caballo les era sumamente habitual: Ambas son y se consideran “de a caballo”.

“Teníamos que llevar nuestra ropa, una bolsa de dormir y los arneses para los caballos. Nosotros llevamos monturas pateras, pero otros ensillaron con recados o monturas de polo, había que llevar ésto a Lobos con una semana de anticipación para que supervisaran todo”, explica Lorena que está a punto de partir con el resto de la familia para buscar al menor de sus hijos que se encuentra de vacaciones en Gral. Alvear, La Pampa.

El contingente partió en micro desde Lobos y arribó al día siguiente a Los Molles, un poblado a 60 km. al sur de Malargüe y a 20km. del centro invernal Las Leñas.

“Hicimos noche en Los Molles y al otro día nos levantamos bien temprano, desayunamos, ensillamos y empezamos la travesía que sería en total de seis días y cinco noches. Los primeros tramos nos acompañaba una camioneta de logística que llevaba la comida. Ellos prepararon el primer almuerzo y la cena cuando estaba oscureciendo. Desde ahí nos tuvimos que ir cocinando nosotros. Hacíamos equipos para repartirnos las tareas. Llegábamos al lugar en el que íbamos a acampar, siempre a orillas del Río Grande, nos dábamos un baño en el agua helada (pero llegábamos tapados en tierra, así es que disfrutábamos hasta del agua fría) y después de cenar los de la Asociación nos daban una charla en la que nos iban contando detalles de la expedición libertadora (ver nota aparte) del Ejército de Los Andes”, cuenta Lorena y su sólo recuerdo le trae la emoción de esos momentos. “Entre el paisaje majestuoso y lo que nos iban contando los guías y los arrieros que nos acompañaban, te puedo asegurar que hicimos todo el viaje con un nudo en la garganta, a pura emoción. No se puede explicar lo que se siente, la inmensidad de las montañas, a la noche el cielo que todo lo envuelve y dormir bajo las estrellas hace que las historias que nos iban contando cobraran mayor valor aún, como si las estuviésemos viviendo en ese preciso instante”, cuenta a cerca de lo que fue esa primera noche en Valle Hermoso. Al día siguiente habría que vadear el Río Grande, sumamente caudaloso y eso que al haber nevado muy poco el último invierno, no tenía tanta agua y avanzar por un desfiladero en la montaña que los caballo (todos de la zona) recorrían tranquilamente, aunque los jinetes miraban de reojo el precipicio que se desplomaba a uno de sus lados.

La segunda noche acamparon en el Valle de las Cargas y el tercer día arribaron al hito histórico que marca la frontera entre los dos países.

Un momento inolvidable

   “ Lloré sin saber porqué pero yo les aseguro
Que mi corazón es duro pero aquel día afloje”, 

Dice la letra de Añoranzas, una de las clásicas chacareras de nuestro folklore que bien podría describir lo que sintieron los expedicionarios al llegar al Hito Histórico, sólo que ellos sí sabían muy bien porqué. Algunos lo hacían por segunda o tercera vez, pero volvieron a llorar como si fuese la primera oportunidad que arribaban al denominado Paso Vergara, uno de los caminos que une Argentina con Chile en el medio de la Cordillera más alta del planeta.

“Nos abrazamos con mami y lloramos las dos. Te puedo asegurar que la emoción que sentís es tan grande que crees que te va a explotar el corazón y muchísimo más cuando cantamos el Himno Nacional. En realidad casi todos lloraban y se abrazaban porque es increíble estar en ese lugar”, recuerda Lorena y nos cuenta que la vuelta fue más sencilla al punto que tardaron un día menos para regresar a los Molles y de ahí, pegar la vuelta a Lobos.

En todo momento, Lorena remarca el trabajo de la organización que los acompañó y cuidó permanentemente, no dejando que les faltase nada. Había gente que había ido otras veces, algunos era la primera y hubo quienes nunca habían andado a caballo. “Mami era la tercera en edad. Había una persona de casi ochenta años que hizo el recorrido sin ningún problema. Iba un médico cardiólogo con nosotros que estaba haciendo un estudio sobre el esfuerzo en alturas y nos pidió permiso para colocarnos un holter y monitorear nuestra frecuencia cardíaca. A la noche nos controlaban la oxigenación en sangre. De los 40 y pico que éramos, los mejores registros eran los de mami. Para mí fue inolvidable, no quieras saber lo que fue para ella”, nos termina diciendo a la vez que hace referencia que el grupo se volverá a reunir el 8 de marzo con una asado en el que evaluarán el viaje, recordarán la experiencia y celebrarán haberla podido vivir.

Paso de El Planchón

La gesta del Ejército de Los Andes que libertó Chile en 1817 fue una de las hazañas militares más grandes de la historia.

El cruce se realizó por seis pasos desde La Rioja al sur mendocino, aunque los más conocidos son los de Uspallata (Mendoza) y Los Patos (San Juan), por donde cruzaron las columnas comandadas por el propios San Martín, Las Heras y O’Higgins.

El que tuvo lugar más al sur fue, precisamente, el de El Planchón (actualmente también conocido como Paso Vergara) que se encuentra entre las ciudades de Malargüe y Curicó (Chile), que estuvo al mando del general chileno Ramón Freire y tenía por objetivo la recuperación de la ciudad de Talca (V Región)  

El cruce se realizó en algo más de tres semanas, pero sin ninguno de los medios con los que se cuenta hoy, sólo el coraje de la tropa y el genio de su jefe.