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Un herense en donde nace el viento

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Bien al sur de la provincia de Chubut, a unos pocos kilómetros de Santa Cruz, se encuentra Comodoro Rivadavia, una de las ciudades más importantes de nuestra Patagonia, capital de la industria petrolera del país y puerto exportador por excelencia.

Entre sus más de 300 mil habitantes hay un herense (dos para ser más precisos) que allí formó su familia y en donde está instalado desde hace casi una década.

“Llegué a Comodoro el 23 de enero de 2012. En el 2011, para fin de año, llegué del viaje a Bariloche, empecé a desarmar el bolso y lavar la ropa para volver a armarlo y venirme para el sur”, nos cuenta Horacio Matías Bruzzoni, para los herenses “Buchito” el hijo de Cuquín y Gladys, el sobrino de Hernán, el que hizo punta.

“Mi tío Hernán se había venido unos años antes a trabajar a Comodoro y me invitó a venirme para acá, que había mucho trabajo y, de paso, lo acompañaba. Yo no tenía pensado qué hacer después de terminar la secundaria y me pareció una buena idea, así es que agarré viaje”, nos cuenta sobre aquella decisión de irse a probar suerte a más de 1700 kilómetros del pueblo de toda la vida, de sus afectos y de la pelota a paleta que lo había tenido como protagonista en los Torneos Bonaerenses en varias oportunidades.

Pelota a paleta y petróleo

El deporte siguió siendo su cable a tierra y por más que se encontró en una región en la que los pelotaris no son de los más destacados del país, pronto impuso condiciones y llegó a representar a la provincia en varias oportunidades. “Hay un chico en Trelew – nos cuenta – que anda muy bien y con él (Diego Painenao) jugamos un Argentino de segunda en Chascomús y salimos quintos, jugando contra pelotaris muy destacados de todo el país, entre los que estaba Facundo Kennedy, aunque no nos tocó jugar con él”.

Claro está que la propuesta no era instalarse en el frío extremo sur de la Argentina para jugar a la paleta, sino que la idea era trabajar, estudiar y trabajar por lo que tras conseguir “laburo” en una cadetería (lo que aquí llamamos delivery o similar) entró a estudiar en la Escuela Superior de Petróleo de la que egresó como Técnico Superior  de Explotación Petrolera. “Cuando estaba estudiando y en base a las notas que iba consiguiendo, entré a hacer una pasantía en una empresa de servicios petroleros. Estuve un año como pasante y después ya quedé efectivo, así es que hace siete años que estoy en Schlumberger, una firma de origen francés que le brinda servicios a la industria del sector que aquí es la gran base de la economía de una ciudad en la que todo se mueve en base al petróleo, lo que es una ventaja para algunos y un problema para otros”, nos cuenta en referencia a que los sueldos del sector petrolero son muy buenos y eso hace que el costo de vida sea más elevado, lo que para quienes viven de trabajos que no están relacionados con el crudo les sea complicado. “Un kilo de asado puede costar $ 1300 y eso hace que sea accesible para algunos, pero no para otros”, nos explica.

De todas formas, en una ciudad de inmigrantes, donde buena parte  de sus habitantes ha llegado desde diferentes provincias y donde también hay muchos chilenos, el costo de vida no es el único problema y es menor si se lo compara con el clima y, especialmente, con el viento. “Hay un humorista que hace stand upp y dice que en Comodoro nace el viento. Hace unos días tuvimos ráfagas de 230 k/h y suele haber peores que hace que se vuelen techos y sea peligroso salir a la calle. No es todo los días así, pero vientos de 70 u 80 k/h son casi normales. Hace mucho frío, pero llueve muy poco por lo que casi no hay humedad y eso permite que la vida sea un “poquito” más agradable. Hoy tuvimos 27 grados y sin vientos. Estaba para la playa”, nos dice y debe ser así nomás porque la familia Bruzzoni vive a unas 10 cuadras del mar.

Y de un mar que toca tierra a través del Golfo San Jorge con un gran número de playas, entre las que se destaca Rada Tilly, una localidad ubicada a 15 kilómetros al sur de Comodoro, con dos cerros que caen a pique en el mar, conformando una pequeña bahía  y famosa por sus playas y por las actividades que en esa zona se pueden desarrollar. “Comodoro tiene más de veinte playas y la mayoría con características propias. Algunas con cuevas, otras con acantilados, el agua es tremendamente azul (aunque fría) y aquí se desarrollan muchas actividades acuáticas, deportivas, de pesca y también de “pulpeo” que es sacar pulpos de entre las piedras con una especie de gancho, algo que es muy común en Comodoro”, nos explica Horacio que trabaja en la oficina de la empresa de lunes a viernes, volviendo a su casa todos los días. “Los que trabajan en los pozos ganan muy bien, pero se pueden pasar 20 días en el medio de la nada. Llevan una vida muy sacrificada”, asegura.

Francesca, la “tanita” de Comodoro  

Instalado al principio en casa de su tío, Horacio hoy vive con su familia a pocas cuadras del mar. Esa familia está compuesta por Marisa y la pequeña Francesca, cuyo nombre es más para una “tana de pura cepa” que para una chubutense de ojos achinados y sonrisa pícara.

“A Marisa la conocí en puerto San Julián. Ella es de acá, pero trabajaba en una librería en ese lugar y yo iba cuando trabajaba en la cadetería. Nos pusimos de novio y hoy estamos felices con Francesca, nos dice Buchito que espera venir a Las Heras para las fiestas de fin de año. “Mis viejos han venido a visitarnos y nosotros fuimos cuando Francesca era chiquita, pero para año nuevo nos vamos a reencontrar”, asegura feliz de haber echado raíces en una tierra inhóspita, pero abierta a la llegada de nuevos pobladores.

Comodoro es “Tierra de oportunidades”, dicen y así ha de ser nomás, al menos para Horacio y para el tío Hernán, instalados allí desde hace tiempo.

Es que hay herenses del otro lado del mundo y también, donde nace el viento.