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Surgió la oportunidad y no lo dudamos

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Sebastián Giavino es kinesiólogo. Lucrecia Apaolaza es diseñadora de indumentaria y ambos son los padres de Guida que, con sus siete meses, ha revolucionado a su familia de allá y también a la de acá. Pero vayamos por parte.

Lucrecia trabaja en una empresa multinacional y, con la pandemia, comenzó a hacerlo on line desde su casa

Sebastián hace más de diez años que trabaja con futbolistas profesionales. Es kinesiólogo de Agremiados y tiene importantes pasos por All Boys y Banfield, siendo sumamente reconocido en el ambiente.

Y fue precisamente en Agremiados donde conoció a Nicolás Larcamón, Juan Cruz Mónaco y Javier Verges, jugadores que en nuestro fútbol no tuvieron mayor trascendencia jugando en el ascenso y haciendo escuela como entrenadores bien de abajo, trabajando en divisiones inferiores y, luego, en el exterior, Bolivia, Venezuela, Chile y, finalmente, en México donde asumieron la conducción del Puebla, equipo de la primera división de México.

La relación con ellos continuó más allá de la atención que les brindó hace años ya en Agremiados y, en determinadas oportunidades, consultaban a Sebastián sobre cuestiones relacionadas con lesiones de jugadores, así fue que terminó convirtiéndose en una especie de consejero sobre determinadas circunstancias relacionadas con dicha problemática.

Hasta que a mediados del año pasado le pidieron que les enviara un curriculum, porque estaban armando un proyecto para presentar a fin de año en “los cruzados” y querían contar con él.

La decisión no era fácil, porque significaba trasladar a toda la familia con la pequeña Guida, recién nacida, dejando de lado el proyecto de ambos para instalarse en el pueblo, cerca de la familia y en un lugar en el que Guida pudiese crecer libremente. Lucrecia trabajaba on line y Sebastián hacía el sacrificio saliendo del pueblo bien temprano y regresando casi a medianoche, después de trabajar en el Club por la mañana y en Agremiados por la tarde.

De todas maneras, desde un primer momento lo vivieron como un desafío interesante. “Era nuestra oportunidad de concretar algo que habíamos hablado en varias ocasiones. Queríamos vivir la experiencia de hacer algo en el exterior, aunque no era porque estuviésemos mal aquí. Era simplemente para vivenciarlo, pero siempre nos planteamos que no sería a cualquier costo, sino cuando nos surgiera alguna posibilidad completa de crecimiento en nuestras profesiones”, nos cuenta Sebastián desde el barrio en el que viven en las afueras de Puebla.

Todo se aceleró con la lesión de uno de los jugadores del plantel que hizo que el cuerpo técnico estableciera contacto con los directivos del Club y le pidieran que viajara allí mismo hacia tierra azteca.

Con la bebé de un par de meses, Sebastián se trasladó a México y armó todo para que la familia se instalara allí. Apenas hubo tiempo para volver a la Argentina, completar toda la documentación y volver en noviembre ya con Lucre y Guida, aunque con un nudo en la garganta porque un día antes de partir tuvieron que despedirse de Uma.

Uma era una perra que habían adoptado apenas unos meses antes. Era viejita y la habían descartado de un criadero, pero en muy poco tiempo se hizo querer y se convirtió en parte de la familia. Sebastián nos cuenta desde el teléfono y hace un esfuerzo por no quebrarse. “Unos meses antes que nos fuéramos, se enfermó. Sabíamos que no podríamos traerla a México y hasta le habíamos encontrado una familia que la acogiera, pero se puso muy mal y murió un día antes que nos fuéramos. Te aseguro que nos golpeó fuerte”, asegura.

En el estadio Cuahutemoc comenzó a sentirse la presencia argentina y no sólo por el cuerpo técnico al que se le había incorporado el kinesiólogo herense, ya que allí estaba Federico Mancuello, aquel volante central que pasó por Belgrano de Córdoba e Independiente, quienes fueron los encargados de allanarles el camino a los Giavino, para que se instalasen definitivamente en la capital del estado ubicado en el altiplano mexicano, en el centro sur del país, muy cerca del DF y rodeada por un paisaje de volcanes que le dan a la ciudad un marco único.

Vivimos en una especie de barrio cerrado que son muy comunes por aquí. Está en las afueras de la ciudad. Puebla es muy linda, amigable y acogedora. Desde el primer día que llegamos nos hicieron sentir como en casa. Por ahí mi relación es más profesional, pero a Lucrecia la han incorporado rápidamente y ni hablar de Guida que es un poco la muñeca de todo el grupo”, nos dice Sebastián que quedó en el cargo a pesar que hacia fines del año pasado, el cuerpo técnico se fuera y asumiera en su lugar Eduardo “Lalo” Arce.

Seba, Lucre y Guida en una de las clásicas callecitas de Puebla.

Y por esos días Sebastián y Lucrecia vivieron la angustia del fallecimiento de Héctor, el padre de Seba, situación que lo había golpeado, especialmente porque el desenlace ocurrió en muy pocos días. “Yo estaba mal, pero Federico (Mancuello) me vino a ver y me dijo que, entre los muchachos, habían hecho una “vaquita” y que me pagaban el pasaje para que me viniera ese mismo día a la Argentina. Los directivos, lo mismo. Dentro de todo el dolor que sentía, esos gestos me llenaron el alma, pero hablé con mi hermano y me tranquilizó, diciéndome que mamá estaba bien y fuerte para afrontar todo lo que se venía, entonces decidí no venir porque entendí que no iba a poder sumar nada en unos pocos días”, recuerda del momento más triste que le tocó vivir desde que están instalados en México, viviendo esta experiencia que alguna vez habían contemplado, pero que no imaginaron que se iba a dar de esta manera.

Sobre el día a día nos cuenta que también ayuda la diferencia horaria, porque ya no trabaja desde la mañana a la noche, sino que a primera hora de la tarde está de vuelta y como Lucrecia termina su trabajo a las 15 (las 18 de nuestro país) tienen toda la tarde para disfrutar de la familia. “Más allá de la experiencia y el crecimiento profesional, hemos ganado en calidad de vida y eso no tiene precio”, asegura Sebastián, quien se hizo un tiempo para dialogar con La Voz, mientras observa la cadena de volcanes que rodea la ciudad, desde el balcón de su departamento.

Lucrecia y Guida reclaman desde adentro y quedamos en continuar la charla cuando regresen al país, seguramente tras el cierre de temporada, allá por mediados de año.