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Navidad lejos de casas

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Esta Nochebuena será diferente para Sulema.

Seguramente viviendo en su país natal habrá imaginado muchas veces estar lejos de casa y la Argentina era una de las alternativas.

De hecho que a Melody, su hija mayor, cuando le preguntaban a dónde le gustaría vivir, no lo dudaba: España o Argentina. Ray, el menor de la familia también se inclinaba por la tierra de Messi, aunque no es demasiado futbolero, pero el astro rosarino trasciende las fronteras, inclusive las deportivas.

Hace siete meses que, después de largos y agotadores trámites, Sulema, Melody y Ray dejaron Cuba y se embarcaron hacia el sur. Ella recalaría en Gral. Las Heras, un pequeño pueblo rural muy cerca de la ciudad de Buenos Aires y ellos en Uruguay, en casa de una familia amiga en Montevideo.

“Es muy difícil todo lo que tiene que ver con la documentación. Uruguay es más accesible y ellos ya tienen los papeles, pero a mí se me siguen demorando”, explica Sulema que, por primera vez, pasará las fiestas lejos de sus hijos, aunque se le iluminan los ojos cuando dice que, posiblemente, para febrero o marzo podrán venir a visitarla.

Desde que llegó a la Argentina Sulema trabaja en la cocina de uno de los más conocidos bares locales, tal como lo hacía en los hoteles de Varadero, por lo que es interesante escucharla hablar de las diferencias culturales entre ambos países, decir que lo que más la cautivó es el dulce de leche y que disfruta de un buen asado (especialmente vacío) algo impensado en Cuba ya que no se come carne de vaca (sólo pollo y cerdo). “Vos podés criar una vaca, pero no podés matarla. Si lo hacés, tenés penas muy severas con años de cárcel. Si tenés un ternero para vender, se lo vendés al estado y ellos lo comercializan, pero a precios que… mejor comés pollo”, nos cuenta y dice que la dieta de los cubanos tiene mucho arroz y frijoles (porotos) y destaca un plato tradicional que es el “arroz congrí” que se hace en base a estos dos ingredientes y las chicharritas cubanas que son rodajas de plátano fritas.

“Las diferencias son muchas, pero ya estoy adaptándome a la comida argentina, aunque, cuando tengo franco, suelo cocinar comida cubana y aquí también gusta”, nos cuenta esta caribeña (posiblemente la primera o una de las primeras de su nacionalidad que reside en nuestro pago chico) que dice que Internet le cambió la forma de pensar a la mayoría de los cubanos, a tal punto que, cuando ha habido protestas sociales, lo primero que hace el gobierno, es cortar el servicio de Internet.

Fidel y el trabajo

“Las cosas no son iguales en Cuba desde que no está Fidel (Castro). A él el pueblo lo amaba y se paraba el país cuando iba a hablar por televisión. La gente apuraba lo que estaba haciendo para escucharlo. Los gobernantes actuales no tienen el mismo carisma y son resistidos, aunque tampoco te puedes manifestar demasiado porque si te escuchan protestando contra el gobierno, vas preso. Aquí me sorprende que cualquiera puede decir lo que quiera. Allá la policía puede entrar a tu casa para revisar que no estés comiendo carne de res, por ejemplo y si te paran en la calle te piden algo así como un certificado de trabajo. Todos tienen que trabajar, porque si no te califican como vago y a la segunda vez que te paran, si no tenés la papeleta, te detienen. Eso sí, todos los trabajos son en blanco, porque la misma gente lo exige para poder circular libremente. El estado asiste a los ancianos y a los enfermos, pero el que puede trabajar, tiene que trabajar”, nos cuenta de una cultura tan diferente a la nuestra y de un país del que conocemos sus playas paradisíacas y sus hoteles monumentales que sólo son para los turistas, como los taxis que son propiedad del gobierno, porque un particular puede tener un remis, pero no puede transportar turistas”.

Uno se quedaría horas escuchándola y conociendo una realidad que está muy lejos de nuestra idiosincrasia, pero a la que ellos están asimilados aunque muchos, sino están radicados en Estados Unidos, sueñan, como Melody, con vivir algún día en España o Argentina.

Sulema cumplió su sueño y espera con ansiedad que llegue febrero o marzo y que los “papeles” le permitan reunirse con sus hijos.

De todas maneras, Montevideo no está tan lejos.