La familia completa: Edgardo, Noelia, Giulana y Ailin, disfrutaron de la tranquilidad de Las Heras.

Desde hace un largo tiempo que General Las Heras está en el plano de los vecinos de Capital Federal o Gran Buenos Aires a la hora de planear una escapada en un fin de semana largo. Pero al mismo tiempo es elegido como el sitio indicado para disfrutar de unas merecidas vacaciones. Y, como bien dice nuestro himno, “Si bien tú no tienes, mi Pueblo querido: ni soleadas playas ni valles floridos, no te adorna un cerro ni te canta un río…”, quienes llegan a veranear destacan su tranquilidad.

Las estadías durante enero y febrero en Cuidarte El Alma, el complejo de cabañas a metros del centro la ciudad, suele estar completo en plena temporada y el último fin de semana se notó en el cambio de quincena porque mientras unos se iban otros fueron llegando.

La mesa con un desayuno americano con fiambres, mermeladas, jugos, ensalada de frutas, yogurt y café esperaba por los comensales restantes que aún dormían en sus cabañas. Los madrugadores ya disfrutaban de la pileta y otros se hicieron un espacio para brindar detalles de su estadía como Marcelo, que junto a su esposa Fernanda y sus hijas Moira y Lara, habían llegado de San Justo para vacacionar durante unos días. “La verdad que ya conocía Las Heras porque vine hace un tiempo por trabajo, pero por vacaciones es la primera vez y, sinceramente, la idea es volver. A nosotros nos gusta recorrer pueblitos buscando tranquilidad y este es uno de esos”, cuenta Marcelo, quien además aprovechó para hacer una escapada y observar el primer torneo de Las Heras Pádel Tour.

Mientras la charla fluía, la puerta de ingreso con Marcos (recepcionista) a la cabeza se abría continuamente con los nuevos huéspedes y le daba las indicaciones necesarias. Mientras que la pileta ya se veía colmada y en el resto del parque una mamá fotografiaba a su hija de unos pocos meses.

Fernanda y Marcelo, pasaron sus vacaciones en nuestra ciudad.
Fernanda y Marcelo, pasaron sus vacaciones en nuestra ciudad.

Marcelo y Fernanda a las afueras de su cabaña se muestran distendidos y aprovechan para saludarse con otros huéspedes, aunque también expresan sus gustos acerca del lugar: “Lo que más nos gustó del pueblo es que haya policías recorriéndolo. Nos llevamos una buena impresión porque todo está muy prolijo”, detallan y agregan que “de Cuidarte El Alma nos quedamos con todo el combo, desde la calidad de atención a la tranquilidad”.

Para los más chicos las atracciones no solo se centran en la pileta sino que hay un enorme juego de madera con tobogán y hamacas. Inflables o metegol y hasta bicicletas para recorrer en familia los lindos verdes que posee Las Heras.

En el complejo también está la posibilidad de almorzar o cenar con un amplio menú a la carta. Empanadas, pizzas, picadas, milanesas, pastas y carnes son de las más solicitadas para compartir en el comedor o hasta en la propia cabaña. Sin embargo, Marcelo en alguna ocasión optó por alguna tira de asado a la parrilla para disfrutar aún más las vacaciones.

Nunca tuvimos vacaciones como estas”, se adelanta Noelia, otra de los huéspedes en el complejo, mientras Edgardo, su esposo, vuelve de realizar unas compras.

Bajo la misma sombra y en los bancos de la cabaña de Marcelo y Fernanda, Noelia y Edgardo viven sus vacaciones de ensueño porque realmente coinciden en que la tranquilidad y el disfrute de cada día son maravillosos, a tal punto que hasta el celular pasó a segundo plano. “Al principio nos costó acomodarnos porque en la rutina vivimos a mil. Tenemos dos hijas, Ailin y Giuliana, y la más grande no se despegaba de nosotros pero después de unos días la veíamos disfrutar de la pileta, los juegos, está en libertad”, comentan los llegados de Mataderos, mientras la más chiquita, todavía en el cochecito revolea los ojos para todos lados contemplando el lugar.

Edgardo y Noelia ya habían estado en Cuidarte El Alma un fin de semana con amigos, pero esta vez fue diferente porque la estadía duraba 12 días, al principio, porque a medida que pasaron los días la estiraron a 19 siendo un ejemplo claro de que la estaban pasando bien. “Es un ambiente familiar. Es increíble que a tan sólo una hora y media esté este paraíso de tranquilidad. Era lo que necesitábamos porque vivimos a mil durante todo el año”, aseguran.   

Edgardo, a quien le cuesta acercarse a la parrilla porque elige descansar durante las jornadas laborales, acá en Las Heras cambió porque día por medio las brasas están listas para una tira de asado. Mientras que Noelia, muy apegada a su familia, se dejó llevar por el ambiente y logró desconectarse del mundo: “Vamos a volver”, remata.

A veces para pasar unas buenas vacaciones no es necesario irse a los lugares más exóticos a miles de kilómetros. Si no que se trata de buscar lo que a uno lo hace feliz y lo hace sentir satisfecho y, al parecer, Las Heras tiene todo eso.