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Un nuevo personaje en las calles de nuestra ciudad

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Oficialmente comenzó a circular el viernes 10, pero ya en la madrugada del nuevo año, el Chichatrén o el trencito de Chicharra le cambió el sonido a las calles del pueblo.

“Ya no tendremos que esperar a que venga la gallina, ahora tenemos nuestro propio tren”, decía Aurora una pequeña que acompañaba a sus papás cuando descubrieron a La Porteña circulando por nuestras calles.

Claudio Lloveras es para todos “Chicharra”, el mismo que todos los fines de semana vende pochoclos y copos de azúcar frente al Sportsmen, un poco para ayudar a la economía familiar y mucho porque le encanta estar en contacto con los chicos y sacarles una sonrisa con sus “golosinas”.  El mismo que cada año recorre miles de kilómetros invitando a centros de día y hogares para chicos (y adultos) especiales para que vengan a participar del Día Juancho o el Chichafest como ellos mismos lo llaman.

El que organiza cada detalle, el que “manguea”, jugos, gaseosas, helados, hamburguesas y golosinas para que cada chico almuerce totalmente gratis y se lleve su souvenir del predio del Club San Miguel.

Chicharra no es un improvisado, tampoco un neófito en esto de trabajar por los demás, de invertir horas, días y semanas con la única ilusión de robar esas sonrisas. Ya lo hacía en su Merlo natal, cuando organizaba festivales multitudinarios en la planta de gas en la que trabajaba para festejar el Día del Niño. 

Allí también se ponía el traje de Chicharra y se aseguraba que cada niño tuviera su juguete, esos mismos que él y sus colaboradores pedían en comercios y empresas del rubro, los que siempre daban una mano porque sabían que el destino estaba asegurado.

En esos pagos de Merlo, también supo montar durante casi una década una calesita que había comprado en el lugar en el que viviría años después.

Es que el recordado carrusel de los hermanos Michelena, el que giraba y giraba en el predio de la Avenida Villamayor y Arias fue a parar a la vecina ciudad y durante ocho años brindó sus cielos de calesita a los chicos de allí.

“Lo de la calesita fue grande, pero siempre quise tener un trencito como los que hay en la costa o los que recorren los pueblos en diferentes épocas del año. Por una cosa o por otra no lo había podido concretar, pero me decidí y empecé a buscar con más entusiasmo. Vi varios, pero algunos estaban muy deteriorados y por otros pedían una fortuna hasta que encontré este que era originario de Mar del Plata, pero que hacía un año estaba en Pergamino. Vendí una camioneta y me pude dar el gusto de traérmelo”, cuenta Claudio que el día después de Navidad viajó hasta el norte de la provincia de Buenos Aires junto a su amigo y vecino Roberto Andrade para buscarlo. 

Hicieron todos los papeles y después del mediodía comenzó el viaje de algo más de doscientos kilómetros hasta nuestra ciudad. Claudio manejaba la locomotora con un vagón y Roberto traía el otro enganchado a su camioneta.  

“Tiene un motor Land Rover y cuarenta asientos – cuenta Chicharra de su chiche nuevo -. Funciona cada detalle, luces y sonido. Está muy bien parado, pero nosotros vamos a mejorarle algunas cosas para que quede bien bonito y que sea atractivo para los chicos”. 

El tren, si bien deambuló entre la costa atlántica y el límite con Santa Fe estaba predestinado a terminar en esta zona. Para corroborarlo basta con observar las letras que se encuentran delante de la locomotora: F N D F S (Ferrocarril Nacional Domingo Faustino Sarmiento) la primera denominación de la línea férrea que desde casi hace un siglo y medio nos une con la Capital Federal. Una casualidad?, una premonición?. Todo puede ser. 

Por lo pronto, los primeros días en nuestra ciudad fueron para terminar todos los trámites que incluyen documentación, seguro y habilitación. El primer día del año fue una experiencia piloto a la que se sumaron los vecinos del barrio y otros que iban subiendo a medida que avanzaba por las calles de la ciudad. Y el viernes 10 por la tarde sería su partida oficial.

“Vamos a andar viernes, sábados y domingo por la tarde con vueltas de algo menos de una hora, pero también lo vamos a alquilar para cumpleaños, fiestas y eventos privados. Para mí es un cable a tierra y un gusto que me quería dar, pero eso no quita que debamos mantenerlo y eso cuesta dinero”, explica Chicharra vigilado de cerca por los minions, el pato Donald, el Correcaminos y el Coyote, las princesas de Disney o los Simpsons.

El chichatrén está entre nosotros.