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Bomberos, el trabajo que llena corazones de satisfacción

En las últimas semanas quedó demostrada la gran labor que ejercen los servidores públicos en nuestra ciudad ante una seguidilla de incendios que no les dio respiro. Aquí les contamos cómo es la organización ante una salida y la manera de estar alerta.

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La desconocida ‘regla de los tres 30’ para gran parte de la población es para los Bomberos Voluntarios una combinación que implica los datos de temperatura, velocidad del viento y humedad, donde de todos ellas en un umbral estipulado puede ser determinante para hacer incontrolable un fuego forestal.

Los vientos superiores a 30 km/h, una humedad relativa inferior al 30% y temperaturas superiores a 30° son los elementos necesarios para que se cumpla la ‘regla de los tres 30’, que está detrás de muchos incendios que se dan cita en los montes y en el accionar humano. Esto se vio reflejado en las últimas dos grandes salidas a las que los bomberos de General Las Heras debieron acudir en las semanas pasadas.

El primero de ellos producido entre tres campos linderos al camino de tierra que conduce a Cañuelas. El fuego se generó cuando un leñador se encontraba desmontando unos acacios y, de repente, las llamas lo habían rodeado a él y su personal. Allí dos dotaciones trabajaron arduamente desde las 12.30 hasta las 21 horas aproximadamente.

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Mientras que el segundo se registró también en tres campos de la zona de El Mirador. En un primer momento se presentaron dos dotaciones de bomberos pero los casi tres kilómetros de foco de incendios imposibilitaba dar abasto completamente por lo que se llamó a Villars y Navarro para que se sumen a colaborar. “Por suerte no pasó nada grave. Fue todo campo y muchos montes. Gracias a Dios una de las casas no sufrió consecuencias”, resalta el Oficial Guillermo Arozarena, quien destaca la labor de los bomberos porque hicieron una maniobra arriesgada metiéndose adentro del monte para cuidar la casa. Y luego de hablarse de más de 200 hectáreas incendiadas agrega: “En los años 78 y 82 habíamos tenido un incendio similar, por la misma zona, donde arrancó en El Mirador y terminó en la Ruta 6”.

Fueron más de seis hora de intenso trabajo para los bomberos en la tarde noche del jueves y Arozarena explica qué le genera ver a sus colegas desempeñándose de la manera que lo hacen. “El jueves estuvieron hasta la medianoche y el viernes a la mañana ya estaban listos para el incendio de la vivienda ubicada en el ex predio de Vialidad. Uno lo hace porque le gusta y es una de las premisas, pero apagar un incendio o salvar una vida es muy gratificante y feliz de dar una mano a alguien. Entonces la satisfacción que un bombero siente cuando hace algo así no mucha gente la siente”, revela.

Organización y alerta en una salida

“Estamos medianamente organizados porque sabemos cuánta gente tenemos, quiénes están de vacaciones, hay un organigrama en el cuartel que así lo plasma y detalla cuáles trabajan a la mañana, quienes a la tarde. Si existe una situación crítica los que están tiene que estar bien alertas. No hay guardia permanente porque la mayoría trabaja. En esta época funcionamos igual nada más que no tenemos horas libres”, cuenta el Oficial Guillermo Arozarena.

Los Bomberos Voluntarios de nuestra ciudad tienen tres maneras de estar comunicados ante una emergencia. Una de ellas es una aplicación en el celular que les avisa en caso de una salida. Otra forma es la utilización de los tradicionales handys. Mientras que la última opción corresponde a la sirena, que se trata de utilizar solamente cuando hay eventualidades muy grandes y se necesita de todos los bomberos listos o cuando hay momentos donde no todos pueden escuchar el celular como lo es en una madrugada.

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Cuando el alerta de cualquiera de las tres modalidades se activa, al momento de llegar al cuartel existe un escalafón jerárquico, donde cada bombero sabe quién está arriba de uno y cual más abajo. Entonces cuando llegan ya se sabe quién va a tomar las decisiones y la manera de operar en un servicio”, detalla Arozarena. Si hay oficiales utilizarán los cascos blancos, el rojo es para el suboficial y el amarillo es el bombero tradicional. Cualquiera de los tres puede estar al mando en un hecho de emergencia porque no hay ninguno que tenga la misma jerarquía sea por cargo, antigüedad o lo que fuere.

Dentro de la organización de los Bomberos Voluntarios también existe el cuartelero que tiene que estar las 24 horas y ese puesto está dividido en tres jóvenes que son bomberos, pero que cobran un sueldo para desempeñar esa tarea. El día que están de guardia desempeñan esa función mientras que cuando no lo están son bomberos. También están las guardias, donde los 50 bomberos están divididos en cuatro grupos y de miércoles a miércoles hay uno de esos grupos que se encarga de las visitas, la comida, si hay que arreglar algo se hace y si hay un servicio menor sale ese grupo. En tanto que los sábados se hace la guardia permanente desde las 22 horas hasta las 8 del domingo.

Por último, luego de cada retorno llega el momento de acondicionar todos los equipos para estar listo para la próxima salida y es donde se cuentan anécdotas y experiencias del servicio que pasó. Es decir, el instante distendido de sentir los corazones llenos de satisfacción.

Así están organizados nuestros bomberos, pero lo que no se puede poner en palabras es el amor que le ponen a cada tarea que realizan, ya sea para apagar el más minúsculo incendio, uno de grandes dimensiones como los vividos estas semanas o salvar a alguien que ha sufrido un accidente. Pasan las generaciones, pero aquellos viejos carteles de “sacrificio, valor y abnegación” siguen vivos en el espíritu de los nuevos bomberos, así como la gratitud de una comunidad que puede vivir tranquila, porque sabe que está en buenas manos.