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¡Se te cayó un papel!, el que envuelve tu machismo: El acoso callejero

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Por Consejería de Género Las Kiwichas

 

El 10 de septiembre de 2019, la Consejería de Género Las Kiwichas, pidió la adhesión de nuestra localidad a la ley que incorpora el acoso callejero como un modo de violencia hacia las mujeres. Fue sancionada por unanimidad. Esto significa que es una práctica que puede ser denunciada y debe ser sancionada.

¿Por qué sostenemos que el acoso callejero es un modo de violencia de género?

De acuerdo a un estudio realizado por el Banco de Desarrollo de América Latina sobre la seguridad personal de las mujeres y el transporte público en 2017, el 89% de las personas que dijeron haber sufrido alguna situación de acoso callejero son mujeres, mientras que para el Observatorio “Ni una menos” el 100% de las mujeres lo experimentaron a lo largo de sus vidas. Pero no nos quedemos solo con estadísticas, leamos estas experiencias que transitaron mujeres de nuestro pueblo:

“Todo es finito, todo pasa. Las piernas querían correr, los pies se adormecían, los brazos se pegaban al cuerpo, el sudor frío corría por la cara, el grito de ahogó detrás de los barrotes. Los ojos muy abiertos, los labios muy apretados, abrazando las rodillas para ser más pequeña, para no ocupar ese espacio que no le era propio. Gritaba para ella misma, para odiarse, laserarse por cobarde. Masticable despacio como si rumeara, con los labios apretados. Miraba fijo el plato. Tomaba y dejaba los cubiertos luego del bocado. No tragaba, tenía todo el tiempo. Cada vez la cabeza iba bajando  y la mirada no se movía de su objetivo…” (Liliana Matiuzzi)

“El abuso que recuerdo con bastante angustia, lamentablemente viví varios,  sucedió en el día de entrega de diplomas de la secundaria, luego vino la  cena con les compañeres y las familias, de ahí Todes juntes a una fiesta en el único boliche del pueblo, fui muy feliz, bailamos muchísimo y no había bebido  mucho, si baile como loca, me separo de mis amigas para ir al baño, en la puerta estaban dos pibes que los conocía por ser pueblo chico,  uno de ellos era hermano de una compañera llegué a ver. Entré y detrás se  metió uno de ellos me encerró en el baño con él y me pedía lo besara, yo me asusté y empecé a gritar, nadie estaba en el baño,  él me dijo que su amigo estaba en la puerta para que nadie pasará, fue el momento más eterno de mi vida, no se cuanto tiempo estuve ahí pero fue largo el asunto, me forzaba, me decía que si no lo besaba no me dejaba ir, para él era algo normal estaba de levante, para mí una pesadilla. Llegó el momento en que se canso y me dejó ir.. no fueron mis llantos y gritos, fue cuando el decidió dejarme ir, cuando salí ya no había nadie en el boliche, estaban cerrando, mis amigas ya no estaban, recuerdo salir corriendo, llorando, no me salían las palabras y una compañera me cruzo en la calle y le conté….ella estaba con el novio así que me acompañaron hasta casa al verme así…” Gisela

“La primera vez que me acosaron sexualmente fue cuando tenía 10 años. Estaba volviendo del colegio a mi casa a las 12 o 1 del mediodía, tenía puesto el uniforme y era de las primeras veces que mis papás no me iban a buscar a la puerta de la escuela. Dos cuadras antes de mi casa, pasando por una obra en construcción, unos cuantos señores de no menos de 30 años que estaban trabajando ahí, me gritaron «que chiquitita que sos, pareces una muñequita»»vení con papi» y otros comentarios que o mi mente prefiere no recordar o yo prefiero no publicarlo. Cuando llegué a mi casa, le dije a mi mamá: «cuando sea grande, no quiero ser mujer».”

“Siempre me costaron las mañanas, no espabilo hasta unas horas después de levantada. Así que esa mañana a mis 11 años no era distinta aunque recuerdo estaba emocionada, el primer viaje en colectivo para ir a la escuela. Nos habíamos mudado y de tres cuadras pasamos a diez del colegio. Esa mañana tomamos el colectivo con mi hermano menor, pedir el boleto, estar atenta a las calles, al niño que viajaba conmigo, a indicar la parada, tanto a qué tal vez me distraje de mi. Cuando fui a bajar algo puso resistencia y me lo impidió, vi una mano que sostenía mi cadera, una mano que se me antojo cadavérica, ahora pienso que tal vez no era tan viejo, pero a mis 11 años el viejo decrépito que estaba detrás de esa mano era más que un anciano. Tire más fuerte más preocupada en no pasarme que en aquello que me retenía. No recuerdo más de ese viaje sólo que fue el primero y el último durante un par de años en los que preferí ir caminando aunque nadie supo porque.”

Luego de compartir algunas experiencias violentas sobre nuestros cuerpos y nuestras psiquis les compartimos recomendaciones porque este tipo de violencia nos encuentra defendiéndonos  unas a las otras.

¿Frente a que situaciones tengo derecho a denunciar?:

  • Comentarios sexuales directo o indirectos al cuerpo.
  • Fotografías y grabaciones no consentidas.
  • Contacto físico indebido y no consentido.
  • Persecución y/o arrinconamiento.
  • Masturbación y/o exhibicionismo, gestos obscenos o expresiones similares.

Según la adhesión aprobada por el Honorable Concejo Deliberante de nuestro pueblo las sanciones puede ser entre dos y diez días de trabajo de utilidad pública y/o una multa de 20 a 100 módulos. Más allá de estas determinaciones, apostamos a visibilizar esta problemática en Las Heras. Nos pasa a la mayoría de nosotras. A veces nos animamos a contarlo y otras no. Las redes sociales se llenan de publicaciones acerca de experiencias de acoso callejero. Estas acciones son una muestra mas del patriarcado. Sensibilizarnos respecto de este acto de agresión contra las mujeres es una deuda pendiente. Dejemos de pensar que gritarnos “cosas lindas” es un evento deseado. Si querés gritar en las calles acompañanos a hacerlo por nuestros derechos.